De tetas tenemos que morir
Después de haber jugado, peleado y dormido con ellas hace unos días, sé que ahí tengo que morir--bajo los jugos de tus firmes pezones.
Mientras tu pelo húmedo de sudor caía en mis labios y ojos, tus pechos colgaban como fruta haciendo círculos en el aire imitando el movimiento circular de tu pelvis moliendo mi vientre cansado. Con mis dedos acomodé tu cabello y descubrí tu cara, especialmente tus ojos. Tenía la intención de decir algo, pero me callaste cubriendo mi boca con tus senos. Nacemos entre tetas... ¿Por qué no morir en una sobredosis de ellas?