La falta de privacidad le mataba. Le comía los adentros. La vida escapaba como un chorro de agua rebelde. Sin embargo, tenía a ella. Ella, quién era una gran inspiración para cuentos de horror. En ese preciso momento fue cuando entendió la necesidad del señor Edgar.
Autor desahuciado por el cánon monta bloguito experimental como terapia para erradicar ó, al menos, apaciguar los síntomas de sus delirios de grandeza y su narcisismo suyo, de él, muy de él, solo de él.
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