La bola de odio
Mi vecina vive en la soledad de su lúgubre habitación. Gorda espantosa y despreciable. No es despreciable por obesa, sino por el odio acumulado en su inmenso tejido adiposo. Se puede decir que su exceso de peso se debe a la gran cantidad de odio incrustado. Algunos aseguran que es todo lo contrario: odia porque aborrece ser obesa. Siente una predilección por atacar a los que pesan o aparentan pesar menos que ella. Es una fuente inacabable de energía negativa. Al caminar, se desplaza con movimientos elefantunos, pero con gran rapidez como intentando derribar a quien se atraviese entre ella y su guarida. Golpea el suelo fuertemente como queriendo sacudir la rabia acumulada en las suelas de sus zapatos deformados. Acostumbra enviar miradas de desprecio desde su pequeñísimo auto rojo chillante.
Brutal accidente. Las ruedas de un auto pasan por encima de su prominente estómago. Después de algunos huesos rotos y una salvadora transfusión sanguínea—proveída por un sujeto flaco, regresa a su fría habitación. Su espantosa mirada sigue imperturbable salvo que ahora arrastra su voluminosa pierna izquierda.
Brutal accidente. Las ruedas de un auto pasan por encima de su prominente estómago. Después de algunos huesos rotos y una salvadora transfusión sanguínea—proveída por un sujeto flaco, regresa a su fría habitación. Su espantosa mirada sigue imperturbable salvo que ahora arrastra su voluminosa pierna izquierda.
1 Comments:
saludos alejandro, dile que se haga una odioliposuccion je :p
Cuidese y déjese de cosas...
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Consuelo Cervantes, at Thu Nov 17, 09:48:00 AM PST
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